Nutrición

Sardinas o sardinas: todas las propiedades y beneficios

El pescado es esencial en una dieta saludable, contiene nutrientes esenciales para la formación de tejidos y para el desarrollo de reacciones fisiológicas que ocurren en el organismo. En este artículo hablaremos de los principales beneficios de las sardinas, también conocidas como sardinas, que conviene incluir en tu dieta habitual.

Antes de comenzar, conviene señalar que las sardinas forman parte del llamado pescado azul. Tienen un mayor contenido de lípidos, por lo tanto, un mayor valor energético, en comparación con otras variedades menos grasas, como el bacalao.

3 beneficios de las sardinas

Es muy recomendable el consumo de sardinas. Este alimento está presente en la dieta mediterránea y en la dieta atlántica, las dos dietas más prescritas por los nutricionistas. A continuación encontrará los principales beneficios derivados del consumo de sardinas.

1. Son excelentes para la salud muscular

Las sardinas contienen un porcentaje importante de proteínas de alto valor biológico, que poseen todos los aminoácidos esenciales y son altamente digeribles.

Según el estudio publicado en la revista Nutrition Research, el consumo de proteínas es fundamental para prevenir enfermedades que provocan atrofia muscular.

En adultos sedentarios, se recomienda consumir al menos 1,2 gramos de proteína al día por cada kilogramo de peso. Esto reduce el riesgo de pérdida de masa corporal magra asociada con una peor salud.

Pero las proteínas no son las únicas sustancias contenidas en las sardinas capaces de mejorar los músculos. Este alimento también ofrece ácidos grasos omega 3. Estos nutrientes están comprobados para preservar la masa magra, previniendo su catabolismo y el desarrollo de disfunciones.

2. Efectos beneficiosos sobre la salud ósea

L ‘ osteoporosis es una de las enfermedades más comunes entre las mujeres en la menopausia. Esta enfermedad provoca la reducción progresiva de la densidad ósea, aumentando el riesgo de fracturas y disminuyendo así la calidad de vida de quienes la padecen.

Para prevenir el desarrollo de este trastorno, es fundamental la ingesta regular de calcio. La buena noticia es que las sardinas (especialmente sus huesos) contienen grandes cantidades de este micronutriente. Según el estudio publicado en la revista Maturitas, el consumo regular de calcio reduce la incidencia de osteoporosis en mujeres adultas.

Por tanto, es recomendable incluir las sardinas en la dieta habitual, pero es aún más importante no desechar los huesos. Solo se debe quitar el central, ya que por su tamaño podría causar asfixia.

3. Las sardinas mejoran la salud cardiovascular

Como se anticipó, las sardinas contienen ácidos grasos insaturados. Algunas investigaciones han demostrado una fuerte correlación entre el consumo de estos lípidos y un menor riesgo de enfermedad cardiovascular. Por este motivo, se recomienda consumir pescado azul al menos dos veces por semana.

La ingesta de grasas también está ligada a una disminución de la presión arterial, lo que es extremadamente importante en el caso de pacientes que padecen hipertensión y enfermedades vasculares.

Finalmente, las sardinas rara vez contienen metales pesados??en sus carnes, a diferencia de los peces más grandes. Por tanto, no existen motivos válidos para limitar su ingesta o excluirlos de la dieta de pacientes sensibles, como las mujeres embarazadas.

Incluya sardinas en su dieta

Las sardinas son extremadamente beneficiosas debido a su alto contenido de nutrientes. Es recomendable consumirlos de forma habitual. Dado su pequeño tamaño, no presentan una acumulación excesiva de metales pesados.

Para quienes padecen problemas cardiovasculares o para quienes desean reducir el riesgo de desarrollar enfermedades óseas, es recomendable aumentar el consumo de estos pescados. Por otro lado, también son valiosos en el caso de los deportistas, ya que contribuyen al mantenimiento de la masa y función óseas.

Finalmente, se debe prestar atención a los métodos de cocción utilizados para la preparación. Es importante evitar freír, ya que los lípidos expuestos a altas temperaturas se convierten en grasas trans, que son nocivas para la salud.

Siempre es preferible cocinarlos a bajas temperaturas, al horno o al grill. También está bien comprarlos enlatados.

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