Nutrición

Dietas bajas en carbohidratos, rendimiento cognitivo y emociones

Los beneficios físicos de las dietas bajas en carbohidratos (bajas en hidratos de carbono) son ampliamente conocidos por todas las personas interesadas en la nutrición para bajar de peso. ¿Sabemos, sin embargo, cuáles son sus efectos a nivel cognitivo y emocional? ¿Son realmente sostenibles a largo plazo?

No hay duda de que el organismo es capaz de obtener glucosa a partir de cualquier macronutriente (hidratos de carbono, grasas y proteínas). En ausencia de carbohidratos, sin embargo, lleva a cabo este proceso con una efectividad significativamente menor, lo que podría tener consecuencias negativas en el cerebro.

Dietas bajas en carbohidratos

Cuando hablamos de dietas bajas en carbohidratos, nos referimos a aquellas en las que los alimentos ricos en hidratos de carbono suponen menos del 30% del consumo total de energía. En los últimos años, se han convertido en la estrategia nutricional más utilizada para la pérdida de grasa corporal.

El motivo de su uso masivo contra la obesidad radica en la importancia del papel que juegan los hidratos de carbono en la acumulación de grasa corporal. Sin embargo, existen otras soluciones que, lejos de eliminarlas, intentan moderar su cantidad y regular su índice glucémico.

Dietas bajas en carbohidratos y rendimiento cognitivo

Aunque el cerebro representa solo el 2% del peso total del cuerpo humano, utiliza entre el 20 y el 30% de la energía que consumimos todos los días. Por tanto, estamos hablando de un órgano que tiene importantes necesidades energéticas y que, por tanto, utiliza los hidratos de carbono como principal combustible energético.

Hay muchas investigaciones que afirman que las dietas bajas en carbohidratos tienen un efecto negativo en el desempeño de las tareas cognitivas asociadas con el aprendizaje, la atención y la memoria. No obstante, estas consecuencias parecen ocurrir solo a corto plazo; Sin embargo, es igualmente cierto que muchas personas logran seguir estas dietas a lo largo del tiempo.

A largo plazo, cuando la no ingesta de carbohidratos se transforma en un estilo de vida, parece que se producen una serie de adaptaciones que hacen más eficiente el aporte de energía a partir de los aminoácidos (las unidades estructurales de las proteínas) y los ácidos grasos. Por lo tanto, la mayor parte de la investigación a largo plazo no ha demostrado el deterioro de ninguna función cognitiva.

Por otro lado, cuando hablamos de personas con deterioro cognitivo, parece que las dietas bajas en carbohidratos son beneficiosas. Este fenómeno se debe a que el cerebro de quienes padecen Alzheimer pierde su capacidad para utilizar la glucosa como fuente de energía, agravando el deterioro cognitivo.

Sin embargo, al menos durante las primeras etapas de la enfermedad, el cerebro de estas personas puede utilizar los cuerpos cetónicos (sustancias que resultan del desplazamiento y descomposición de los ácidos grasos) para obtener energía.

Como resultado, las dietas bajas en carbohidratos parecen mejorar el funcionamiento cognitivo de las personas con deterioro cognitivo leve. Un estudio preliminar publicado en el Journal of Alzheimer’s Disease en abril de 2019 llegó a estas conclusiones. Desafortunadamente, mantener estos patrones dietéticos durante mucho tiempo es difícil.

¿Qué sucede a nivel emocional?

En este caso, sin embargo, ocurre el fenómeno opuesto al que acabamos de describir. Si bien las dietas bajas en carbohidratos parecen no tener un efecto negativo sobre el estado emocional a corto plazo, no es así a largo plazo que estos efectos se produzcan . Este fenómeno sería consecuencia de la reducción de los niveles de serotonina en el cerebro.

Adherencia a dietas bajas en carbohidratos

Las dietas bajas en carbohidratos son quizás la estrategia alimentaria que cuenta con el menor número de adherencias. Este hecho se debe a varias razones:

  • Evitar el consumo de carbohidratos es contrario al modelo social establecido. En la cultura occidental, los cereales, tubérculos, frutas y legumbres representan la base de la alimentación. Evitar consumirlos, por tanto, supone un esfuerzo inmenso que lleva al fracaso a la dieta. En los seres humanos, la nutrición tiene una función social que las dietas bajas en carbohidratos no pueden cumplir.
  • Limitar el consumo de carbohidratos empobrece la variedad de alimentos disponibles. La restricción es tal que la persona acaba siguiendo una dieta monótona e insostenible.
  • Causan un estado de ánimo negativo. Además, a veces los humanos usamos los alimentos para regular nuestras emociones, lo cual es imposible siguiendo estos patrones dietéticos.

Así que, salvo casos excepcionales e independientemente de los beneficios físicos que teóricamente puedan derivarse de ello, parece que las dietas bajas en carbohidratos no representan una buena alternativa. Reducen el rendimiento cognitivo a corto plazo, tienen un efecto negativo sobre el estado emocional y no generan adherencias masivas.

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