Adicción a la comida: causas y soluciones
¿Tienes hambre en todo momento? ¿No puedes evitar la merienda de medianoche? ¿Come más de lo que le gustaría y después se siente culpable? Si siente que es adicto a la comida, probablemente el problema sea emocional.
La sensación de no poder controlar el apetito puede resultar angustiosa, ya que son conscientes de que no solo están dañando su apariencia física, sino también su salud. La solución es cambiar tu relación con la comida. En este artículo te contamos cómo.
Causas de la adicción a la comida.
Comer es fundamental para sobrevivir. Es la acción por la cual el cuerpo obtiene los nutrientes que necesita para mantenerse saludable todos los días. El problema es la cantidad de alimentos ingeridos y, sobre todo, la selección de los mismos.
A menudo es difícil comer de forma óptima y optar por productos con bajo valor nutricional y un alto índice calórico. Pero, ¿qué conduce a estos comportamientos dañinos?
Desconexión de tu cuerpo
La adicción a la comida a menudo es causada por la incapacidad de reconocer las sensaciones corporales. Al nacer, el cuerpo reconoce las señales de hambre y requiere nutrientes; por tanto, uno se esfuerza por obtener alimento.
Con el tiempo, se pierde la capacidad de interpretar correctamente estas sensaciones. Este fenómeno ocurre por varias razones. Primero, porque comer está asociado con reuniones familiares, compañerismo e interacción. Se convierte en un acto social y placentero fuera de su valor nutricional.
Por otro lado, el ritmo acelerado de la vida actual y el estrés se convierten en un obstáculo para tomar un descanso y escuchar al cuerpo. Disminuye nuestra capacidad para reconocer cuándo el hambre es real y cuando se trata de aburrimiento o el deseo de un momento de conexión social.
Hambre emocional
Este concepto se refiere al hábito de utilizar la comida como regulador de las emociones. ¿Ha notado que come más cuando está ansioso, triste, abrumado o decepcionado?
Todo esto tiene una explicación: algunos alimentos estimulan el circuito de celebración del placer, mediante el cual el cerebro libera varias hormonas que producen sensaciones agradables. La ingestión va acompañada de sentimientos de alivio, satisfacción y felicidad.
Sin embargo, lamentablemente este es un estado transitorio que no constituye una solución efectiva o permanente. En poco tiempo, los efectos agradables desaparecen y vuelven las emociones negativas, junto con el sentimiento de culpa por haber comido fuera de control.
Dietas restrictivas
Si lleva mucho tiempo luchando con sus problemas alimentarios, probablemente se haya encontrado en esta situación paradójica: seguir dietas muy restrictivas puede aumentar el deseo incontrolado de comer alimentos poco saludables.
Ser forzado a un estilo de alimentación extremadamente estricto, que excluye muchos grupos de alimentos, aumenta la adicción a la comida. Esto evita que sigas la dieta sin caer en una ingestión compulsiva.
Además, puede suceder que el peso perdido con mucho esfuerzo se pueda recuperar en poco tiempo después de finalizar la dieta. El cuerpo pide lo que se ha eliminado o reducido de forma tan radical.
Cómo combatir la adicción a la comida
Evidentemente, comer es fundamental para sobrevivir; por tanto, no es una actividad que se pueda evitar, como ocurre con otras. La solución en este caso es cambiar la relación con los alimentos, prestando más atención a su función nutricional. Esto conducirá a una alimentación consciente.
Para ello, ante todo es fundamental volver a conectar con el cuerpo y aprender a escuchar e interpretar las señales que envía. En otras palabras, se trata de reconocer cuándo tienes mucha hambre y cuándo se trata de hambre emocional o debido al estrés o la ansiedad.
Por otro lado, es importante adoptar estrategias que sean útiles y efectivas para lidiar con estados emocionales negativos. El objetivo es dejar de usar la comida como regulador de las emociones, ya que se aprenden otros modelos para manejarlas. La escritura terapéutica o la meditación son alternativas que pueden resultar útiles.
Finalmente, establezca una relación saludable con la comida. Esto significa dejar de verlo como un enemigo o un consuelo. Recuerde que la comida es la gasolina que su cuerpo necesita y necesita aprender a seleccionarla según sus necesidades nutricionales.
Comer de forma sana y equilibrada, sin eliminar ni condenar ningún alimento; comer con mesura y, sobre todo, con conciencia.