Nutrición

Seguridad alimentaria: entrevista a Gemma del Caño

Crece la preocupación por la salud y el bienestar. Además, a menudo escuchamos sobre seguridad alimentaria.Queremos que los alimentos sean de calidad, tengan un valor nutricional adecuado y nos ofrezcan los máximos beneficios.

A esto se suma el deseo de variedad, disponibilidad inmediata y la capacidad de elegir bien. Sin embargo, para hacer esto, debemos estar informados y evaluar cuidadosamente lo que ponemos en el carrito ; no basta con leer lo que está escrito en letras grandes en el paquete.

Gemma del Caño nos habla de seguridad alimentaria

Licenciada en farmacia, con especialización en farmacia industrial, maestría en biotecnología para la seguridad alimentaria, comunicadora científica y auditora BRC (seguridad alimentaria), Gemma del Caño nos ayudará a aclarar algunas de las dudas más comunes en los consumidores.

P. ¿Cómo definiría el término seguridad alimentaria en palabras simples?

Sería interesante hacer una distinción entre «inocuidad de los alimentos» e «inocuidad», aunque el primer término se utiliza comúnmente para referirse al segundo.

La seguridad alimentaria se refiere a la disponibilidad de alimentos y la inocuidad al hecho de que los alimentos que consumimos son seguros, es decir, no dañinos para la salud . Sin embargo, por lo general, hablamos de seguridad en lugar de inofensividad.

Los avances en seguridad alimentaria han salvado millones de vidas y esto nos hace sentir seguros cuando vamos de compras. Sabemos que no tendremos una infección tóxica, no encontraremos un cuerpo extraño o contaminación química. Evidentemente , el riesgo cero no existe, pero hoy consumimos los alimentos más seguros de la historia.

P. ¿Cree que la gente sabe lo suficiente sobre los procedimientos de la industria alimentaria?

No, y la responsabilidad recae en la industria alimentaria que durante años no ha sido transparente. En muchas ocasiones ha optado por apostar por la desinformación para obtener ventajas.

Esto es lo que sucedió, por ejemplo, con los aditivos. Cualquier aditivo autorizado es seguro (lo que no significa que sea necesario). Si promocionamos un producto «sin aditivos» como un buen producto, dejamos que el consumidor comprenda que el que tiene aditivos es malo, cuando no lo es en absoluto.

El problema es el producto, no el aditivo. Algunos alimentos con aditivos son saludables (como las legumbres enlatadas), mientras que otros productos, incluso sin aditivos, son una mala elección (como la pastelería ultraprocesada).

P. ¿A quién puede contactar para llenar sus vacíos? ¿Qué recomiendas al público en general?

Las agencias de seguridad alimentaria, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) o la FDA en los EE. UU. Son fuentes confiables.

Necesitamos escapar de las fake news o engaños que llegan a WhatsApp o Facebook. Ellos tergiversan la información o mienten descaradamente para ganar unos pocos clics.

La realidad es mucho más aburrida de lo que algunos intentan hacernos creer y el miedo vende. No deberíamos creer en las alarmantes teorías. En cambio, siempre deberíamos volver a las fuentes oficiales. En este momento hay muchos divulgadores, incluso en el campo de la seguridad alimentaria, que están tratando de disipar falsos mitos.

D. Los expertos recomiendan leer la etiqueta para aquellos que quieran saber qué están comprando y consumiendo, y estar al tanto. Muchas veces, sin embargo, existe la duda de no leerlo correctamente. ¿Que sugieres?

El orden de los ingredientes siempre va de mayor a menor. Deberíamos poder identificar el producto que deseamos comprar a través de la lista de ingredientes.

Si leemos » queso » y los ingredientes son leche, sal, cuajo y fermentos, es correcto. Si, por el contrario, el producto nos parece queso, pero en la etiqueta aparecen otros ingredientes además del queso, debemos sospechar.

No nos dejemos convencer por las letras grandes del envase como «contiene vitaminas» o «sin aceite de palma». Recuerde leer siempre la etiqueta, no el empaque. La etiqueta no miente. Los grandes escritos no deben hacernos ignorar los pequeños.

P. ¿Entonces no todos los aditivos y conservantes son malos?

Los aditivos no son negativos. De hecho, conservantes, emulsionantes, etc., mejoran las características del producto y reducen el desperdicio de alimentos. Es cierto que otros aditivos, como los edulcorantes, no son necesarios, pero tampoco tóxicos.

Lo mismo ocurre con los potenciadores del sabor. Se controlan los productos con glutamato; Por otro lado, un bocadillo sin glutamato suele ser tan poco saludable como los productos que lo contienen. El problema sigue siendo el producto y no el aditivo.

D. ¿No todos los productos industriales son malos? ¿Cuáles son los puntos a favor a tener en cuenta para no entrar en pánico?

La industria alimentaria nos permite consumir los productos que queramos al menor precio y cuando lo queramos. Hay muchos alimentos correctos producidos industrialmente: pescado congelado, legumbres, pasta, pan integral.

El solo hecho de ser industrial no significa que les duela. Simplemente tenemos que saber elegir.

P. ¿Cree que los padres deberían transmitir el valor de la seguridad alimentaria a sus hijos?

Es fundamental por varias razones. En primer lugar, la seguridad alimentaria comienza en las industrias, pero termina en nuestros hogares. Casi la mitad de todas las infecciones transmitidas por alimentos ocurren en el hogar.

Los niños deben saber cómo manipular los alimentos para mantenerlos seguros. Por otro lado, deben acompañarnos al supermercado para saber que todos los alimentos son seguros.

P. En su opinión, ¿cuál es el «ciclo de vida» de los mitos sobre la salud y la alimentación?

Muchos mitos vuelven de forma recurrente y deben refutarse una y otra vez. Vídeos como los de la manzana con plástico, en realidad se trata de ceras comestibles que protegen del moho y golpes, u otros sobre cómo nos miente la industria se vuelven virales varias veces al año, creando desinformación sobre la realidad de la alimentación.

D. ¿Ser crítico y consciente de la elección de lo que traemos a la mesa todos los días es una preocupación o un alivio? ¿Por qué?

En realidad, requiere un sentido de responsabilidad. Comemos varias veces al día, debemos estar atentos a algo que hacemos con tanta frecuencia. Pero hay que usar la cabeza y no creer en falsos mitos.

Leer las etiquetas sin dejarnos convencer por el «cero» o «sin», sino por la información correcta aparentemente lleva tiempo, pero solo por primera vez. Una vez que hayamos elegido el alimento adecuado para nosotros, la próxima vez iremos sin falta y ahorraremos dinero porque ya hemos eliminado los productos superfluos.

Si llenamos las bolsas con alimentos frescos y elegimos los adecuados, será un verdadero alivio, la garantía de una dieta sana y segura.

Compra con conciencia para comer mejor

Para comprar conscientemente, es importante aprender a leer las etiquetas de los productos y no limitarse a la información escrita en letras grandes en el empaque o la publicidad que se ve en los medios.

De lo contrario, no solo no nos llevamos a casa el producto más adecuado para nosotros, sino que perdemos la oportunidad de entender lo que estamos comiendo.

Como asegura Gemma del Caño, una vez hecho el primer esfuerzo, será más fácil entender qué desechar y qué poner en el carrito con regularidad. La pregunta es darnos la oportunidad de hacer esta investigación y confiar en fuentes de información oficiales.

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