Carne de pavo y carne de pollo: ¿cuáles son las diferencias?
La carne de pavo y la carne de pollo son dos alimentos saludables que podemos incluir en la dieta. De hecho, ambos están recomendados para cuidar nuestro bienestar, independientemente de la edad.
Se incluyen en el grupo de las llamadas carnes blancas . Esta categoría goza de mejor reputación que las carnes rojas, asociada a un mayor riesgo de enfermedades crónicas en caso de consumo excesivo.
Además, se deben evitar las carnes industriales procesadas, ya que pueden contener aditivos peligrosos que son perjudiciales para el metabolismo.
Carne de pollo
Destaca por su contenido en proteínas, nutrientes esenciales para una buena salud muscular. Las proteínas tienen un alto valor nutricional, porque contienen todos los aminoácidos esenciales y son altamente digeribles.
Además, la carne de pollo tiene poca grasa. Aporta grasas saturadas que no son perjudiciales para la salud. La posición de la ciencia con respecto al consumo de ácidos grasos saturados ha cambiado mucho en los últimos años, como lo demuestra un estudio publicado en Critical Reviews in Food Science and Nutrition.
Por otro lado, no hay que olvidar que este alimento se destaca por su contenido en vitaminas del grupo B. Estos micronutrientes son esenciales para el organismo y participan en diversas reacciones metabólicas asociadas a la absorción de energía. Por ejemplo, la vitamina B12 es una sustancia clave para prevenir la anemia.
carne de pavo
Incluso la carne de pavo contiene proteínas de alto valor nutricional y, en este sentido, existen muy pocas diferencias entre los dos alimentos. Dependiendo de la parte del animal consumida, estas proteínas pueden estar contenidas en mayor o menor medida.
En cuanto al contenido de grasa, sin embargo, las diferencias son significativas. La carne de pavo no contiene grasas saturadas y la cantidad total de grasa es significativamente menor que la del pollo. Lo mismo ocurre con el colesterol, que también es mucho más bajo.
Sin embargo, esto no implica consecuencias graves para la salud. Los lípidos saturados no se consideran dañinos, siempre que sean del tipo cis, no trans.
La carne de pavo contiene una mayor cantidad de calcio que el pollo: estamos hablando de un contenido casi tres veces mayor que el del pollo. Este dato es interesante para planificar una dieta destinada a prevenir patologías óseas.
Existe evidencia científica sobre el consumo regular de calcio y el hecho de que el calcio reduce el riesgo de desarrollar osteoporosis en la vejez.
La preparación de la carne también cuenta
Es bueno hacer algunas consideraciones sobre cómo cocinar carne de pavo o pollo. Se recomienda cocinarlos a la plancha, al horno o hervidos (en agua). Estos métodos de cocción no alteran el contenido de ácidos grasos, manteniéndolos saludables.
Debemos evitar freír estos alimentos o empanizarlos, ya que pueden añadir elementos nocivos e incluso tóxicos para la salud humana, como las grasas trans y la acrilamida. Ambas sustancias, de hecho, aumentan la inflamación sistémica, dañando órganos, tejidos y células.
Por otro lado, lo ideal sería acompañarlos de verduras. De esta forma aseguraremos un aporte adecuado de micronutrientes y antioxidantes.
En caso de que quieras agregar una fuente de carbohidratos, opta por tubérculos, legumbres o arroz integral. De hecho es importante evitar, si es posible, la pasta y el pan, debido al alto índice glucémico puede dañar el metabolismo y los azúcares en general.
Carne de pavo y carne de pollo: dos alimentos saludables
El pavo y el pollo deben incluirse en una dieta saludable de forma regular, ya que son una buena fuente de proteína de calidad. Además, el consumo de carnes blancas debería ser superior al de carnes rojas.
No obstante, los métodos de cocción afectan el resultado final. Lo ideal, por tanto, sería prepararlos a la plancha o al horno, o si es posible hervirlos. De esta forma conservaremos los ácidos grasos.
No olvide que la variedad es la base de la dieta, así que alterne estos productos con otros alimentos ricos en proteínas, como huevos, pescado y productos lácteos.